Wednesday, May 23, 2012

Más fe en las personas


En momentos como los actuales, ya acostumbrados a vivir en crisis, ya hechos el 120% de los recortes posibles y hasta imposibles dentro de nuestras compañías ¿qué nos queda?

Nos quedan las PERSONAS.

Hubo una época en que llevar a cabo proyectos de identificación y gestión del talento era algo así como una moda y, con la consideración de moda, pasó.

Permítanme compartir con ustedes mi punto de vista sobre lo que es la gestión del talento. Para mi no hay “modas” en vincular la identificación y desarrollo de las capacidades de las personas a los objetivos de las compañías. Más aún ahora, cuando el principal objetivo de no pocas de ellas es tan humilde y a la vez tan complejo de conseguir como “sobrevivir”.

Cuando lo hemos recortado todo, en muchos casos hasta la capacidad de generar ideas, que a mi modo de ver son la base de la innovación; cuando hemos llegado a un punto donde no vemos más margen financiero de actuación, es ahí cuando hasta a los más acérrimos “defensores del número” no les queda más remedio que volver a recuperar la fe en las personas.

Si nuestra empresa es una de las que se encuentra en la situación anteriormente descrita, plantéese como identificar en su organización a aquellas personas que pueden contribuir a superar el momento bien por su capacidad de trabajo, bien por su capacidad para generar soluciones innovadoras.

En este punto, me gusta ser bastante realista, no salen “genios” de debajo de las piedras, pero sí podemos poner medios para crear un balance adecuado entre el “talento innovador”, aquel capaz de generar ideas, de ilusionar, de ver siempre el lado positivo, de abrir rutas nuevas; y a aquel otro tipo de talento, el “talento muscular”. Este último es más fácil de identificar y afortunadamente vivimos en un país donde firmemente creo que abunda.

¿Por qué necesitamos ese balance entre ambos tipos de talento? A priori podría parecer que con el último tipo podría ser suficiente, y ese es el error en que a mi modo de ver han caído muchas compañías desde que comenzó la crisis.

¿Por qué “gastar dinero” en talento innovador si tengo a las personas que han demostrado ser capaces de trabajar “super duro” y sin descanso?

La respuesta es más sencilla de lo que parece. ¿Cuántas veces han oído en conversaciones con colegas, amigos, etc. aquello de: “estamos trabajando el doble o el triple y ganamos la mitad”, o “seguimos teniendo un producto que es mejor que los demás, pero a pesar de que trabajos más que antes se vende mucho menos”?

Pues bien, estas frases que desgraciadamente ya nos resultan tan familiares deberían llevarnos a pensar que es obvio que existe un problema, y ese problema ya no es la crisis. La crisis es nuestro contexto de trabajo actual, llevamos más de tres años en ella, ya la conocemos.

La crisis ha hecho que los recortes en plantillas de las compañías hayan dejado mucho músculo, pero poca innovación. Siguiendo con las frases anteriores, el talento muscular responde trabajando más, el doble, el triple, lo que haga falta … El talento innovador se plantea preguntas y busca respuestas, por ejemplo, si tener el mejor producto y trabajar el doble no es suficiente ¿qué podemos hacer? A lo mejor podemos cambiar la forma en que damos acceso a nuestro producto a un mercado en crisis, es decir, con menor poder adquisitivo. A lo mejor lo podemos alquilar, a lo mejor podemos poner en el mercado en modo pago por uso, a lo mejor podemos empaquetar un conjunto de nuestros productos y crear un servicio que el mercado reciba de otra forma, etc.

Este talento innovador va a ofrecer una nueva manera de abordar el contexto actual, un camino diferente, alternativo para el cliente, para el consumidor. ¿Se imaginan la potencia de poner ahora a nuestro talento muscular a “trabajar el doble” en esa nueva dirección? A lo mejor cambia la historia de nuestra empresa. No son pocos los ejemplos de este tipo que podemos encontrar en el mercado, donde, en un contexto deprimido, el hecho de hacer cosas diferentes, innovadoras, atractivas para el “estado de ánimo actual” marca la diferencia entre el éxito y el fracaso o entre el éxito y la vida gris de una compañía.

Donde los recursos son escasos, las personas y sus buenas ideas pueden cambiar el curso de los resultados en las compañías. Materializar esta forma de enfocar las cosas requiere que todos aquellos que tenemos responsabilidades sobre personas, bien desde la línea bien desde los departamentos de Recursos Humanos nos concienciemos de que la fe en las personas en un criterio de valor allí donde el criterio financiero ya está agotado, y que cuanto antes asumamos esto menos necesario será agotar el criterio financiero y sus consiguientes recortes y efectos no deseados.

No era otro mi objetivo en este artículo que tratar de sacarles un poco de la rutina negativista en que nos hemos metido y tratar de devolverles la ilusión de que podemos cambiar el rumbo de nuestros resultados como compañía a partir de las personas que la integran, que las ideas más sencillas suelen ser las que más éxito tienen y que no nos costará dinero proporcionar un microentorno de innovación dentro de nuestra empresa para superar los años venideros.

Les ruego que no permitan a sus organizaciones que se queden sin ideas